Dos poesías opuestas: culteranismo y conceptismo
La poesía del siglo XVII se halla sumida entre dos tendencias: la culterana y la concepcionista. Los autores concepcionistas procuran la claridad expresiva, la exposición ordenada de las ideas y la comunicación directa con el lector. Utilizan la prosa con intención moralizante y fina ironía.
Por su lado, los poetas culteranos exploran dos líneas: una es la creación de poemas de dificultad deliberada, cuyos temas suelen apuntar a la tradición y la mitología grecorromana y que van dirigidos a un público minoritario. Por otro lado, manifiestan interés por sencillas formas poéticas populares (cuartetas, letrillas, romances).
El siglo de oro español
En una época en que España atravesaba serias dificultades políticas y económicas, sus manifestaciones artísticas, en cambio, vivían un momento de gran esplendor. Este período de intensa creatividad recibió en nombre de Siglo de Oro Español. Sus límites temporales se extienden aproximadamente desde mediados del siglo XVI hasta fines del XVII. En él alcanzaron las más altas cumbres la poesía, la novela, el teatro y otros géneros literarios. Entre las más grandes figuras de la literatura española se encuentran:
Portada de El Quijote, edición de 1605. |
El ingenioso hidalgo de don Quijote de la Mancha es considerada una obra cumbre de la literatura universal y el mayor logro de Cervantes. En ella, el escritor lleva a cabo una parodia del ideal caballeresco. El "caballero" don Quijote, junto con si fiel escudero Sancho Panza, decide ir en busca de aventuras. A través de esta pareja de personajes, se desarrolla una cadena de contradicciones que otorga sentido al curso de los acontecimientos. El autor reconoce la grandeza de las virtudes -justicia, generosidad, lealtad, etc- que se idealizan en las novelas de caballerías y que habían sido el sustento ideológico de la monarquía española. Sin embargo, describe un país cuya realidad es su negociación más cruel. Es considerada como el inicio de la novela moderna.
Luis de Góngora (1561-1627). Es el máximo representante del culteranismo. Su obra presenta formas sencillas y otras de extrema complejidad. Su poesía más fácilmente accesible incluye romances, letrillas y sonetos. En el otro extremo, se encuentran libros de extremo barroquismo verbal, que plantea la fugacidad de la vida humana y realza la belleza de la naturaleza. Sus obras más salientes son Soledades, y el Panegírico al duque de Lerma. Los poemas más complejos del autor contienen formas sintácticas calcadas en latín y juegos con la sonoridad de las palabras.
Francisco de Quevedo (1580-1645). Máximo representante de la corriente contraria, la conceptista. También se destacó en casi todos los géneros, que exigen al lector una agilidad mental. La poesía de Quevedo es culta, religiosa, irónica, y con referencia a la muerte, a demás de poseer un dominio de los recursos lingüísticos. Sus textos en prosa abarcan temas satíricos, festivos, filosóficos, políticos, religiosos y literarios. Se destacan los títulos Sueños, La hora de Dios, y Política de Dios, gobierno de Cristo.
Calderón de la Barca (1600-1680). Es otra de las cumbres del teatro clásico español, de notable formación intelectual y con perfecto dominio de los recursos dramáticos. Su obra sintetiza la sutileza conceptista con la ornamentación culterana. También es considerado como el padre de los autos sacramentales, representaciones religiosas en las que se trataban alegóricamente los grandes temas de la religión cristiana y en las que participaban todas las artes: poesía, música, escenografía, luminosidad, etc. Sus trabajos más importantes son La vida es sueño, El médico de su honra, y El gran teatro del mundo.
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