Producción

Colegio Mekhitarista de Buenos Aires. Integrantes del grupo de trabajo: Alvarez Francisco, Hougassian Santiago, Saadjian Nicolás, Sclabi Franco, Serafini Ignacio, Lopez Iñaki

domingo, 8 de julio de 2012

La arquitectura

En el siglo XVII la armonía de los volúmenes y simetría de las formas renacentistas sufrieron un cambio. 
El estilo barroco se caracteriza por la búsqueda de movimiento mediante las líneas curvas, espirales y mixtas. Los muros dejan de ser rectilíneos y de cruzarse en ángulos rectos y las salas dejan de ser rectangulares o cuadradas. La lógica estética del Renacimiento es reemplazada por la sensación de movimiento, los efectos de luz con sus agudos contrastes de claroscuro y los juegos de perspectiva.
La búsqueda de lo teatral y escenográfico se revela tanto en las fachadas como en los interiores, ambos con gran riqueza en ornamentación. Se distinguen las columnas adornadas, las cornisas en forma espiral con decoraciones de ramas y guirnaldas.
El movimiento se expresa a través de líneas curvas: los muros, junto con detalles arquitectónicos, se ondulan. En las plantas predomina la forma elíptica y ovales, al igual que los arcos de medio punto.
La ciudad de Roma fue el centro del arte barroco. Debido a la aparición del protestantismo, los papas decidieron reestructurarla para reforzar su papel como centro de la cristiandad. La Contrarreforma buscó fortalecer la fe a través de la emoción, es por eso que la arquitectura fue utilizada como medio de espectacularidad, efectismo e impacto visual. La remodelación consistió en la construcción de iglesias con el nuevo estilo barroco y de plazas y avenidas que conectaban los edificios religiosos de la ciudad.  


Iglesia de los Santos Luca e Martina. La
abundancia de columnas, el uso extravagante
de ornamentos y los juegos de luz y sombra de
las superficies curvadas, caracterizan el estilo
barroco.


Fachada barroca de la Basílica de San Pedro, terminada en
1612.











































También mencionamos que este nuevo arte fue usado por los monarcas para mostrar su poder y grandeza. En este caso, la arquitectura se manifestó principalmente en palacios y residencias, que se caracterizan por la acentuación de las fachadas. El cuerpo de estos edificios son más elevados que los renacentistas y tienen una articulación particularmente rica. Algunos rasgos distintivos son: las cúpulas, las escaleras, salas para celebraciones, teatros y una decoración con elaborados mobiliarios.


Interior del Palacio de Versalles. Las galerías eran amplios corredores
de acceso a las diferentes salas. Este espacio se uso para exponer
cuadros y esculturas.

Palacio de Luxemburgo.

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